¿Realidad o mito? El autismo
REALIDAD: Las vacunas no causan autismo.
Las personas con autismo piensan y experimentan el mundo de manera diferente.
Estas diferencias pueden incluir la interacción social, el habla y el comportamiento. El autismo es un diagnóstico complejo, pero es normal y forma parte de la diversidad humana.
En los últimos 20 años, la tasa de diagnóstico de autismo en niños y niñas ha aumentado (artículo en inglés). Los criterios del autismo también se han ampliado. Hay personas con autismo que no fueron diagnosticadas con los criterios anteriores. Sin embargo, podrían serlo hoy.
Es cuestión de tiempo.
Es común que después de un diagnóstico de autismo, los padres o guardianes se pregunten qué causó el autismo en su hijo o hija. Los niños y niñas reciben la vacuna MMR (sarampión, paperas y rubéola) entre los 12 y 15 meses de edad. Esta es la misma edad en la que los niños comienzan a mostrar los signos diagnosticables del autismo. Debido al tiempo en el que se manifiesta el autismo, muchos padres o guardianes podrían pensar que la vacuna está relacionada con el diagnóstico de su hijo o hija.
Los científicos siguen aprendiendo sobre las causas del autismo.
El aumento de los diagnósticos de autismo ha llevado a los investigadores a explorar las causas del mismo. Las teorías actuales sugieren que es genético y está presente antes del nacimiento. Por ejemplo, en un estudio sobre gemelos (artículo en inglés) se encontró que si a un gemelo idéntico se le diagnostica autismo, existe un 90% de probabilidad de que su gemelo también sea diagnosticado. Los investigadores continúan buscando otros posibles factores contribuyentes.
Afortunadamente, la ciencia ha respondido a la pregunta de si las vacunas o sus ingredientes causan autismo. Los resultados son claros: las vacunas no provocan autismo.
Un estudio fraudulento generó dudas que aún perduran.
Muchas preocupaciones sobre el vínculo entre las vacunas y el autismo provienen de un estudio (artículo en inglés) publicado por Andrew Wakefield en una revista de investigación llamada The Lancet. El estudio incluyó a 12 niños y niñas y descubrió que comenzaron a experimentar los primeros signos de diferencias en el desarrollo poco después de recibir la vacuna MMR. Wakefield no pudo encontrar un vínculo científico claro entre la vacuna y el autismo; sin embargo, concluyó que no se debe utilizar la vacuna MMR.
En 2010, The Lancet se retractó sobre la publicación de dicho estudio. Descubrieron que Wakefield actuó de manera poco ética mientras realizaba su investigación. Wakefield tomó muestras de sangre de niños y niñas en una fiesta de cumpleaños de su hijo. Los niños y niñas del estudio de Wakefield se sometieron a procedimientos invasivos innecesarios. Tampoco reveló que recibió financiación de algunos padres que ya tenían preocupaciones sobre la vacuna MMR. El Consejo Médico Británico declaró a Wakefield culpable de 30 cargos por mala conducta profesional. Le quitaron la licencia médica y le impidieron ejercer la medicina.
Este estudio fraudulento ha llevado a algunos padres y guardianes a desconfiar de la vacuna MMR y a rechazarla para sus hijos e hijas. Esto también contribuyó al resurgimiento del sarampión (artículo en inglés) en todo el mundo. En los 20 años posteriores al estudio, hubo más de 12,000 casos (en inglés) de sarampión en el Reino Unido. En 2014 y 2019, Estados Unidos experimentó brotes de sarampión que enfermaron a casi 2000 personas en total.
En respuesta al estudio fraudulento de Wakefield, aumentó la preocupación sobre un posible vínculo entre las vacunas y el autismo. Esto llevó a los investigadores a producir decenas de estudios en todo el mundo buscando alguna asociación entre las vacunas y el autismo.
Ninguno de estos estudios ha podido recrear los hallazgos de Wakefield ni encontrar ninguna conexión entre la vacuna MMR y el autismo.
¿El timerosal causa autismo?
Esto también es válido para el timerosal. El timerosal es un conservante que se ha utilizado por décadas en vacunas y medicamentos multidosis para prevenir el crecimiento bacteriano. El timerosal no se utiliza en las vacunas infantiles desde 2001, excepto en algunos tipos de vacunas contra la gripe. Numerosos estudios han demostrado que no existe ningún vínculo entre el timerosal y el autismo.
Después de una década de investigación, podemos decir con confianza que las vacunas no causan autismo.
Esto significa que, como padre o guardián, puede estar seguro de tomar la decisión de vacunar a sus hijos o hijas. Esto también significa que los expertos pueden centrarse en investigar el autismo y brindar un mejor apoyo a la comunidad autista.
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